Robert Wilson revolucionó el teatro y modificó su lenguaje; fue una de las personalidades más influyentes en la segunda mitad del siglo XX y de lo que va del siglo XXI; “un verdadero arquitecto de imágenes en movimiento”, como lo ha señalado la crítica internacional. Concibió la luz como protagonista, el silencio como emoción y la geometría como forma. La semana pasada falleció a los 83 años.
La primera obra que lo catapultó al mundo fue “Deafman Glance” (1970), una pieza de siete horas sin palabras, iluminada por luces que narraban sin voz. Su obra más reconocida, “Einstein on the Beach”, en colaboración con el compositor Philip Glass, es una ópera revolucionaria de cinco horas. En ella no hay historia ni texto, solo números cantados mientras los actores ejecutan movimientos lentos y simétricos. La acción visual y la musical entran en una danza de contrastes que fascina por su complejidad, describe la agencia Reuters. “Bob nos deja con su brillante visión de todo lo que tocó. Con admiración, respeto y amor, extrañaré a mi querido amigo”, escribió Glass en Instagram.
“Einstein on the Beach” rompió gran parte de las convenciones de la ópera clásica. También fundó el Centro Watermill, un laboratorio para la investigación en teatro.
El diario El País (España) afirma: “Puede decirse que hay un antes y después de Bob Wilson en la escena internacional”. “Su afán experimentador, la larga duración de algunas de sus obras, su nula condescendencia con el público, los largos silencios, la falta de argumento y su estética minimalista recibieron también críticas pero sus espectáculos cobraban formas no convencionales: sus trabajos son sobre todo experiencias estéticas que tienen más que ver con lo sensorial, el pensamiento abstracto y la capacidad para dejarse envolver por una imagen, un haz de luz, un monosílabo tras un silencio o un rostro fantasmal”, añade el diario español.
Colaboró con grandes artistas como William Burroughs, Tom Waits, Heiner Müller y Susan Sontag en obras de gran impacto escénico; con Lou Reed y Laurie Anderson y más recientemente con Lady Gaga con quien hizo los videoretratos en el museo Louvre de París en 2013; Brad Pitt, Winona Ryder o Reneé Flemming, formaron parte de esos videoretratos, expuestos en más de 50 museos y galerías de todo el mundo. En 1993 ganó el prestigioso León de Oro.